Los generadores de dióxido de carbono desempeñan un papel fundamental en los invernaderos al ayudar a mantener los niveles óptimos de CO2 para favorecer el crecimiento de las plantas. En estos espacios, la concentración de CO2 varía habitualmente entre 250 y 400 ppm, pero estudios han demostrado que las plantas prosperan mejor cuando se encuentran en un rango de 1200 a 1500 ppm.
Para lograr esta concentración ideal, se utilizan generadores diseñados específicamente para este propósito. Estos dispositivos operan a través de la combustión de gas propano, una fuente eficiente y segura de dióxido de carbono. Al quemar el gas, se emite CO2 al ambiente del invernadero, enriqueciendo la atmósfera y creando las condiciones perfectas para el desarrollo óptimo de las plantas.